Un corredor va corriendo con patines de alta velocidad, el otro va descalzo. El descalzo es la educación pública. Entonces me dicen, ¿por qué no entrenas más, por qué no le das más comida al que va descalzo? Bueno, es que primero hay que bajar al otro de los patines. — Nicolás Eyzaguirre, ex-Ministro de Educación del gobierno de Michelle Bachelet.
Basta solamente leer el título La Tiranía de la Igualdad para generar interés en el público. El ser humano es así. La palabra tiranía encarna dolor, demostraciones desmedidas e injustas de poder, y su ubicación junto a igualdad de inmediato causa una sensación de malestar. La palabra igualdad está cubierta de un velo de sacralidad e infalibilidad, por lo que su cuestionamiento necesariamente involucra la urticaria del amplio sector de la intelectualidad que crea y manipula las ideas que luego repetirán las masas. Cuestionar la igualdad es apostasía.
Cuestionar la igualdad desde las ideas de la Nueva Derecha es algo que hacemos siempre, y a nuestros lectores habituales no debería extrañarles a estas alturas. En cambio, en La Tiranía de la Igualdad se cuestiona, analiza y critica el mito igualitario desde el liberalismo clásico, realizándose una crítica a las ideas tanto de izquierda socialista y progresista, como de derecha conservadora, esta última tan afín al control de la población y de una regulación centralizada de la moralidad.
Me interioricé en las ideas de Axel Kaiser, por recomendación de un amigo, a través de sus columnas y artículos y por sus videos publicados en internet. Luego vino la lectura de La Fatal Ignorancia: La anorexia cultural de la derecha frente al avance ideológico progresista (2009), que revisaré más adelante. En esta oportunidad, doy prioridad a La Tiranía de la Igualdad: Por qué el proyecto de la izquierda destruye nuestras libertades y arruina nuestro progreso por estar más vigente, y por la proximidad de la publicación de El Engaño Populista: Por qué se arruinan nuestros países y cómo rescatarlos, en co-autoría con Gloria Álvarez.
Si en La Fatal Ignorancia se analizaba el poder de las ideas y cómo éstas perforaban en las instituciones hasta volverlas repetidoras de terminologías afines a las ideas de los creadores del pensamiento y se llamaba a contraatacar esta penetración ideológica, en La Tiranía de la Igualdad se acota el marco de dicho contraataque y se arremete frontalmente contra las falacias y verdades a medias de las ideas mayoritarias y políticamente correctas, campo en el cual la Izquierda domina ampliamente debido a esta “anorexia cultural de la derecha”. Axel Kaiser analiza en profundidad el libro El Otro Modelo. Del orden neoliberal al régimen de lo público para dejar en evidencia las flaquezas de un régimen que, en realidad, está caracterizado por un hambre inconmensurable y despiadada de libertades listas para ser sacrificadas en nombre de una Igualdad que dista bastante de ser justa.
La Tiranía de la Igualdad consta de tres capítulos, donde el autor revisa los tres mitos a partir de los cuales la izquierda chilena ha construido sus pilares para penetrar en las mentes de la población, estableciéndolas como verdades incuestionables para allanar el camino al socialismo: «El liberalismo como maldición, el socialismo como salvación», «La idea de “ciudadanía” como fundamento del colectivismo» y «El Estado como motor de prosperidad económica».
A lo largo de todo el libro, Axel Kaiser critica la aplicación despótica e inhumana de la igualdad a través de los pilares simbólicos en los que trabaja la izquierda por medio del discurso: educación y salud, mayormente. La importancia de tratar estos dos pilares es sacarlos de la simpleza con la que son abordados por el común de la gente, repetidora de los discursos de izquierda a través del “envenenamiento del lenguaje” (que ya fuera expuesto en La Fatal Ignorancia). No es necesario un colectivismo confiscador de tipo soviético para que se imponga la igualdad, aunque el régimen anteriormente mencionado tiene un principio, un germen, y definitivamente las medidas “democráticas” populistas e igualitarias preparan el camino hacia la supresión de las libertades.
Kaiser es reiterativo en cuanto al apego irracional de la izquierda a sus utopías, donde el idealismo sordo y ciego de los autores de El Otro Modelo, que bien pueden representar el pensamiento del izquierdista promedio (occidentalista, moderado en discurso, socialista no necesariamente comunista, pero partidario del avance del Estado y el aparato igualitario), los lleva incluso a defender la futura aplicación de experimentos que resultaron fallidos (y cuyos mismos autores reconocen que han fallado), lo que es para nada extraño, observando el comportamiento patológico que ha tenido la mentalidad de izquierda respecto de sus propios errores y a las cosechas desastrosas de lo que ha sembrado.
En la izquierda chilena existe un desprecio por los pobres, a quienes se los mira como ignorantes e incapaces de tomar las decisiones acertadas, por lo que, desde su mirada, la libertad sería peligrosa en manos de gente pobre y no preparada. Kaiser hace el contraste entre los modelos liberal y socialista de educación y salud, donde el primero apuntaría a la prosperidad de cada unidad, mientras que el segundo buscaría la igualdad entre las unidades. Pese a que el discurso igualitarista será siempre el de igualar en las mejores condiciones, lo cierto es que la concreción de esta utopía igualitaria termina igualando, al menos, en una igualdad promedio entre las distintas unidades para que esta distinción finalmente desaparezca. Lo anterior sería en el mejor de los casos, pues la obsesión igualitaria de la izquierda chilena es tal que no importa si la igualdad concretada es inferior al promedio, sino sólo que ésta se logre. Por otro lado, resulta curiosa esta cruzada igualitarista, teniendo en cuenta que toda la elite que dirige a la izquierda en Chile se atiende en clínicas privadas y educa a sus hijos en los mejores (pues no sólo matriculan a sus hijos en colegios privados, sino que buscan que estos colegios sean de excelencia, sin importar si el resto de la población tiene que matricular a los suyos en colegios municipales con educación estatal de cuestionable calidad) colegios pagados. A la “igualdad ante la ley”, la izquierda trata de reemplazar con “igualdad a través de la ley”.
Quien esté interiorizado en el liberalismo clásico, podrá comprender que todo lo que aparece en este libro –incluyendo la forma de posicionarse y de ver al mundo– es mirado es a través de una perspectiva individualista, donde el individuo, la unidad fundamental de la sociedad, es un ser que se rige libremente por sus deseos e intereses (lo que, como es de suponer, está en franca contradicción con la idea de que el Estado es infalible y representa el interés común – si el interés fuera común, no existiría la necesidad de forzar a la población a hacer ciertas cosas en nombre del “bien común” bajo amenazas de violencia). Esta alta valoración del individuo es representativa de los pueblos del Oeste de Europa; sin embargo, el esfuerzo liberal por entronizar la idea del individuo por sobre todas las cosas, tiende a conceder escasa importancia a ciertos aspectos que son fundamentales para comprender la realidad de los individuos, aspectos que no transcienden la individualidad, sino que están en constante relación con ella: la sangre también pesa.
Transcribo el párrafo completo para que se entienda el contexto:
Sí cabe insistir, una vez más, en que es totalmente falso sostener a secas que mayores cargas tributarias derivan en mayor bienestar. Lo mismo podría decirse del clima: hay una correlación entre el clima frío y los mayores niveles de bienestar, pues, en general casi todos los países más ricos del mundo están en el hemisferio norte y son fríos. Así de seria es la correlación que han detectado los autores [de El Otro Modelo].
Efectivamente, no son las mayores cargas tributarias las que derivan en mayor bienestar, sino que es el bienestar alto lo que hace posible derivar en mayores cargas tributarias. Hasta aquí no hay problema: el problema es la comparación dada para hacer sonar ridícula la primera. Las variables ambientales como el clima frío y los ambientes adversos (miles de años de glaciaciones dejaron su huella) han sido fundamentales para que se expresen las variables genéticas contenidas en el genotipo (o los genotipos) de los pueblos europeos, que son los que le han dado forma a los países que hoy en día gozan de mayores niveles de bienestar. Basta comparar el bienestar y progreso logrados por los pueblos que se han desarrollado entre los trópicos (climas cálidos) para detectar que clima y genética son más que simples características que pueden influir tangencialmente en el individuo. Parece no ser casual que los polos de bienestar estén asociados a lugares menos cálidos, los que, además, están habitados por individuos provenientes de poblaciones europeas, como lo son los territorios del Cono Sur de América, Sudáfrica y Australia y Nueva Zelanda.
La Tiranía de la Igualdad está escrito de una manera simple, directa, y definitivamente didáctica, sello típico de las presentaciones de Axel Kaiser, y que lo distingue de otros pensadores y académicos (la mayoría asociados a la izquierda), que disfrutan de los aspavientos y demostraciones vacías de conocimiento. Personalmente, hubiera deseado que el autor hubiese profundizado aún más sobre la idea de igualdad (en caso de que alguien esté en el tema sobre el cuestionamiento anarquista y liberal/libertario sobre la igualdad, puede revisar en Attack The System: A New Anarchist Perspective for the 21st Century, de Keith Preston, y probablemente en su próximo libro The Tyranny of the Politically Correct: Totalitarianism in the Postmodern Age) más allá que en el tema económico y la relación de la libertad de los individuos y su relación con el mercado, aunque por la formación académica del autor es posible que se desenvuelva mejor en este aspecto, junto con ser uno más concreto y directo, tales como las reflexiones despiadadas para todo partidario del igualitarismo, los derechos sociales y la concentración del monopolio de la violencia en mano de unos pocos.
Un libro para nada parcial, pero en medio de un océano de literatura de izquierda, un par de libros que no sean más de lo mismo son un respiro entre la espuma del oleaje de tanta palabrería monotemática.