Rodrigo Norambuena
El presente artículo pretende dar cuenta sucintamente de los antecedentes del que se ha dado en llamar «feminismo institucional o establecido», y el frondoso tropel de feminismos que parten en el s. XX, en un acto que sin rodeo alguno llamaré disidente. Todo esto no significa, desde luego, negar los casos de violencia que el feminismo establecido pretende instrumentalizar y capitalizar para sí, cuyos fundamentos y fines nada tienen que ver con una genuina lucha por erradicar la violencia estructural y no simplemente reducida a los géneros.