La guerra constante entre las dos mitades del alma europea puede verse en todos los aspectos de la vida europea.
Cuando se mira al hombre europeo, debemos buscar en sus orígenes. ¿Qué es lo que nos hace europeos? Las últimas décadas de neoliberalismo, desde las protestas de Mayo de 68, han distorsionado enormemente lo que significa ser europeo y ha cortado muchos de los lazos que nos unen a nuestra gente, nuestra cultura y nuestra historia.
Grandes pensadores identitarios como Guillaume Faye probablemente identificarán nuestro liberalismo como el resultado de la influencia del liberalismo y el capitalismo norteamericano. Estoy parcialmente de acuerdo con este punto porque creo que la naturaleza dual del alma europea explica por qué surgió el liberalismo, y también explica cómo podemos tomar esta dualidad y restaurar la armonía en Europa, tal como Anakin Skywalker quería restablecer el ‘equilibrio en la fuerza’.
Desde la caída del Imperio Romano de Occidente (y tal vez antes), el europeo ha sido uno o el otro, y a menudo ambos al mismo tiempo. En aquellos días, el europeo era romano o bárbaro, cristiano o pagano. Este espíritu de uno en muchas formas incluso se expresa en nuestra visión del cristianismo, como un Dios con muchas formas. La vivacidad de los paganos y la estoica santidad de los cristianos estaban ambas presentes en el nacimiento del alma europea.
Esta dualidad se manifiesta en todo lo que es europeo. La guerra constante entre las dos mitades del alma Europea puede verse en todos los aspectos de la vida europea, y especialmente en el arte y la música. La música moderna parece muy lejana de la música de la Edad Media, pero la genealogía de la música se remonta al nacimiento de Europa. Hay y siempre habrá dos formas de la música europea: música alta, de inspiración cristiana y baja, de inspiración folklórica: las almas cristianas y paganas. La evolución de la música cristiana a través de los tiempos comenzó con cantos, luego se trasladó a Bach, Mozart y a todos los grandes compositores hasta que terminó y fue perfeccionada por Wagner. ¿Por qué Wagner? Wagner fue quien fusionó el alma del cristiano con el alma del pagano para crear música europea sublime. Los remanentes de este estilo de música siguen existiendo hoy en bandas sonoras de cine y videojuegos. ¿Y qué de la música del pueblo? Esta música, que no ha pasado a través de adornadas actuaciones para los emperadores, sino a través de canciones cantadas junto a fogatas y en pubs, se manifiesta tempranamente en la Guerra Civil Americana en forma de la música de Dixieland, que pasó a influenciar al country, rock, blues, heavy metal y más. El jazz, por supuesto, es un caso especial, porque –tal como Wagner– toma la forma de lo clásica en un intento de expresar el alma del pueblo, pero de una manera opuesta a la de Wagner.
Otra gran dualidad del alma europea es la idea del explorador, por un lado, y del gran defensor, por el otro. Creo que esta es la razón por la que los norteamericanos y europeos a veces tienen dificultades para encontrar puntos en común, porque diría que Norteamérica fue fundada sobre el alma del explorador, siendo una rareza el guerrero que permanece en su lugar y defiende su tierra, mientras que el europeo se mantiene sobre todo en un solo lugar (su tierra o país) y los exploradores son minoría. Si nos fijamos en Norteamérica, vemos un pueblo constantemente en movimiento; un pueblo que comenzó en las Trece Colonias, ampliado a los Apalaches, Medio Oeste, California y, finalmente, saliendo al mundo por medio de sus fuerzas armadas y cultura. La influencia directa de la cultura americana ha llevado a cada vez más jóvenes europeos a convertirse en el tipo explorador, moviéndose hacia ciudades más grandes o incluso a diferentes países en su búsqueda de una buena vida. Es por lo tanto interesante que los europeos podamos tener como héroes tanto a Carlos Martel, que era el gran defensor, como a Sir Francis Drake, el gran explorador. Esto confirma la dualidad de nuestra alma como pueblo.
Creo sinceramente que debemos conciliar al explorador y al defensor para ser plenamente europeos, tal y como debemos reconciliar al liberal y al tradicionalista, o al cristiano y al pagano. La cultura europea es una cultura de dinamismo y tradición profundamente arraigados. Lo que ha sucedido en las últimas décadas es el desplazamiento de este equilibrio, que comenzó en 1793. La victoria del liberalismo, muchos dirán, ocurrió en 1793 con la revolución francesa. Yo no comparto este punto de vista. Creo que la Revolución Francesa fue el comienzo de la gran guerra para el alma europea. Estas batallas han sido libradas antes en las guerras religiosas, pero éstos estaban aún en el ámbito de equilibrio. Lo que ha ocurrido desde 1793 ha sido un cambio gradual hacia el liberalismo, una acumulación de agua en la presa de la tradición hasta que la presa colapsó en Mayo de 68, y ahora el agua está inundándonos a un ritmo cada vez mayor. Si fuésemos un hombre ahogándose, el agua estaría hasta nuestra boca y nuestras fosas nasales serían todo lo que nos queda para respirar.
Si nos fijamos en la mayor lucha de Europa a través de este lente dualista, puede tener sentido para nosotros para tomar un soporte y saber hacia qué ideas tenemos que mirar. Los identitarios eligieron bien su símbolo cuando eligieron la letra lambda, ya que es la máxima expresión de la defensa en el alma europea, y defensores todos nosotros debemos ser.
Entrada original: https://www.righton.net/2016/01/09/duality-of-the-european-soul/
Traducción: Francisco Albanese