
¿Cuál es el cuerpo sin órganos de un libro? (. . .) No hay ninguna diferencia entre aquello de lo que un libro habla y cómo está hecho. Un libro tampoco tiene objeto. En tanto que agenciamiento, sólo está en conexión con otros agenciamientos, en relación con otros cuerpos sin órganos. Nunca hay que preguntar qué quiere decir un libro, significado o significante, en un libro no hay nada que comprender, tan sólo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce y metamorfosea la suya, con qué cuerpos sin órganos hace converger el suyo. Un libro sólo existe gracias al afuera y en el exterior
Deleuze & Guattari, Capitalisme et Schizophrénie 2. Mille Plateaux.
La derrota cultural, política y evolutiva del conjunto que agrupa las distintas manifestaciones del pensamiento, digamos, neoliberal, encarnado políticamente en la opción Rechazo, descomprime parcialmente la presión ciudadana respecto de la posibilidad de tener una nueva constitución. Esto debe ser reconocido de manera honesta, aceptando que la constitución actual, un derivado de la CPR de 1980, era justamente la piedra del tope de los múltiples proyectos políticos y deseos populares que estaban detenidos y contenidos por ésta. El reconocimiento de esto también ayuda a dejar a un lado vergonzosas propagandas de posverdad donde las masas que apoyaron la opción Apruebo son consideradas como perdedoras, estúpidas y útiles a los intereses de la élite política porque, supuestamente, fueron engañados por esta clase, creando más puestos de trabajo para los políticos.
No obstante, ¿alguien podría creer que si las masas hubieran sabido (asumiendo que no lo sabían) que serían «los políticos de siempre» quienes iban a redactar la nueva constitución, no hubieran votado Apruebo? ¿Habría votado Rechazo para hacer saber a la clase política que estaba disconforme con ella? Prioridades son prioridades, y cambiar la Constitución era más urgente para ellos que enviar algún tipo de mensaje a la clase política, como tan negligentemente José Antonio Kast quiso posicionar como eslogan en favor del Rechazo.
Ahora bien, es al menos incierto que el amplio apoyo a la Convención Constitucional signifique realmente una legitimación activa y voluntariosa del mecanismo (con todo lo que ello significa, incluyendo la acción de los partidos políticos), toda vez que la otra opción era Convención Mixta, y no Asamblea Constituyente. En el caso de este plebiscito, lo más cercano a un mecanismo de acción popular era la Convención Constituyente. No es veraz decir que el pueblo fue engañado, puesto que nunca existió la opción Asamblea Constituyente. Por esta vez, entonces, el mecanismo de redacción de la nueva constitución será a través de una Convención Constitucional, cuyos puestos serán elegidos por medio de votación popular.

¿Y SI LA OPCIÓN TRIUNFANTE HUBIESE SIDO ASAMBLEA CONSTITUYENTE?
Casi de manera simultánea a la firma del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, surgieron voces rechazando los mecanismos propuestos para la elaboración de esta nueva constitución, puesto que la ausencia de la opción ‘Asamblea Constituyente’ limitaría la acción del poder constituyente originario, es decir, ‘la voluntad del pueblo‘. Tal como rezaban las denuncias, esta limitación sería efectiva, y se habría implementado como una forma de reducir la tensión entre el poder constituyente y el poder constituido.
La calle (es decir, los cánticos, los rayados, los carteles, los deseos), sin embargo, pedía otras cosas, y entre sus demandas sí estaba el poder originario.
En Capitalisme et Schizophrénie 2. Mille Plateaux, Deleuze y Guattari identifican al ‘cuerpo sin órganos’ con el deseo mismo —o flujos inconscientes de deseo—, interactuando, oponiéndose, haciendo síntesis con las ‘máquinas deseantes’ (los cuerpos materiales). Como se menciona en Capitalisme et Schizophrénie 1. L’Anti-Œdipe, este deseo es opuesto y reprimido por el socius, esa máquina abstracta de control que permanentemente codifica los flujos, estratifica los cuerpos sin órganos y sujeta las voluntades, regulando y canalizando el deseo inmanente. La Constitución y sus mecanismos pueden ser comprendidos como partes de esta máquina abstracta de control ya que ésta no emerge desde la nada, sino que es reflejo parcial de una suerte de batalla de lo molar, de agenciamientos y de máquinas deseantes, pero en su manifestación de poder constituido, desempeñan [la Constitución y sus mecanismos] su papel como agentes subalternos de transmisión o de ejecución del socius.

En la molecularidad, cada voluntad individual representa el impulso vuelto acción de los deseos de un ser humano en particular. De esta manera, el deseo se vuelve fundamentalmente una cuestión política, donde el contenido de éste está en segundo plano pues lo importante es la naturaleza del proceso deseante mismo (y todas las manifestaciones y formas que éste adopte. El proceso deseante se vuelve sinónimo con el proceso político.
Así, el deseo se torna político porque atenta frontal, horizontal, vertical y transversalmente contra el orden que el socius pretende establecer. El último residuo de un socius desterritorializado es el cuerpo sin órganos, que es justamente a lo que apuntan las fuerzas sociales y culturales que persiguen el establecimiento no estático de una Asamblea Constituyente (una constitución que fuera redactada de manera directa por la masa como la calle pedía —literalmente— a gritos), esto es, la respuesta molecular a lo molar: desterritorializar al socius, atacarlo hasta moldearlo y transfigurarlo en una Constitución Sin Órganos, donde el deseo fluye a través de ella y no se ve limitado por los órganos, un papiro de los deseos brotados de la existencia de la Tía Pikachu transfigurada en un Shub-Niggurath de altas preferencias temporales.