La Verdadera Derecha no tiene candidato

Francisco JavGzo

Últimamente, dentro de los círculos asociados en mayor o menor medida al amplio espectro de la Derecha chilena hay bastante agitación respecto a cuál será el candidato a apoyar en las próximas elecciones presidenciales. Dentro de la discusión, suelen tocarse tópicos como la consecuencia, coherencia, valores, intereses, conveniencia, y otros tantos que intervienen en la operación qué ganamos/qué perdemos.  Pero, ¿cuál sería el candidato de la verdadera Derecha, es decir, aquélla que trasciende los meros aspectos conservadores modernos? ¿Puede existir un candidato de la verdadera Derecha?

La esencia de la verdadera Derecha es la desigualdad humana, pues sobre ella se puede construir y aspirar a la excelencia: cuando existe la diferencia, puede optarse a mejorar, cambiar cada uno desde sus propias capacidades. Entonces, desde esa mirada, ¿por qué alguien elegiría destruir esta aspiración a lo mejor a través de abrazar mitos democráticos?

El mundo moderno tiende a una moral igualitaria, donde se entiende como positivo el que los elementos más bajos de las jerarquías –ya sean económicas, de capacidades intelectuales, de fortaleza física, ya sean de capacidad de liderazgo, etc.– alcancen, mediante una subversión gradual, un poder de decisión que iguale a los que están ubicados en los niveles más altos. A través del sufragio, los seres humanos que pertenecen a una sociedad eligen voluntariamente participar en un proceso donde son desprendidos de lo que los hace algo un-poco-más-que simples seres genéricos indiferenciados, vulgares sacos de huesos y órganos.

Lo “lindo” de la Democracia es que un voto vale lo mismo que cualquier otro, por lo que el voto de una persona instruida, madura y con altura de miras respecto al devenir de su país y responsable en relación a sus propias decisiones, tiene tanto peso como el de un individuo que no lee más que su horóscopo chino de internet, que se mueve en torno a emociones y que apuesta por medidas facilonas que lo libren de su propia responsabilidad. O sencillamente que cree que tal o cual candidato es buena opción tan sólo porque su apariencia le da cierta corazonada.

Pese a lo nefasto que pueda parecer una Democracia en manos de un vulgo desinformado, emocional y lleno de taras, lo cierto es que es pensando en él que la Democracia moderna nació, por tanto, no se trata de que esta Democracia en particular manifestada en una pesadilla oclocrática es negativa, sino que es la Democracia moderna como tal la que es nefasta y destructora de prácticamente todo lo que toca.

El poder de seducción de la Democracia se incrementa al hacer creer que es la única alternativa posible para regir un determinado espacio, como si la única manera en que el poder político se manifestara fuera a través de la autoridad gubernamental, ocultando así el poder local –vecindarios, comunidades, agrupaciones y hasta la propia vida– y el poder de las ideas.

Si bien desprecio absolutamente a la Democracia y su trasfondo, junto con encontrar inútil todo el esfuerzo que conlleva la autohumillación que es el participar de un proceso democrático, cada persona es libre de hacer lo que estime conveniente con su tiempo libre, y eso puede incluir el participar en farsas y apologías a la mediocridad, que es una buena manera de describir la esencia de la Democracia. El único premio de consuelo –algo muy triste, es decir, se trata de un premio de consuelo dentro del miserable marco democrático, despojos del igualitarismo– que podría existir, eventualmente, es que algún candidato impulsara alguna iniciativa que pudiera ser interesante, y tratar de apoyarla mediante el sufragio.

No obstante, si alguien que se considera dentro de la verdadera Derecha va a aceptar ser parte del circo igualitario, le recomiendo expresamente no darle tanta importancia: la lucha de la verdadera Derecha –en este contexto histórico y geográfico– es metapolítica, por lo que el tiempo, los recursos, los esfuerzos y hasta las emociones deberían estar enfocadas en instalar una hegemonía que vaya acorde a lo que buscamos, algo que no va a ser logrado mediante los votos entregados a ningún candidato de los presentes, aun cuando fuese un candidato que refleje todos nuestros intereses y objetivos, ya que aunque el poder político estuviera de nuestro lado, si la hegemonía es adversa el poder político es inútil.

Voten si quieren, voten por quien quieran. La verdadera Derecha no tiene candidato.

Un comentario

  1. En pocas palabras, «Piensese en una sola cosa: Estar de pie en un mundo en ruinas». Si se es de Derecha real se debe rechazar la manifestación igualitaria de la Modernidad. Rechazar el Libertad, Igualdad y Fraternidad para todos, y por otro lado reconocer su sentido original; Se es libre en la medida en la medida de que se sea capaz de forjarse a si mismo a través del esfuerzo propio, solo puede haber igualdad entre hombres realmente libres, y solo existe fraternidad, entre los iguales. Lo demás es ilusión, por eso los ordenes tradicionales existían castas y ordenes, donde se manifestaba la Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero no hacia el vulgo. Por último, la verdadera derecha (según Evola) debería aspirar a la creación de una Orden, la cual sea un privilegio pertenecer, y esta debería gobernar. No son de Derecha la existencias de Partidos (parcialidades), ni de un partido único de masas, y si existe debería volverse una Orden. La lucha es metapolítica, porque también es espiritual, desde la ideas, y desde lo Alto, contra la disolución expresada en el número y la masa.

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